jueves, diciembre 12, 2013

La cita (city wars saga 1)

Ridley se despertó temprano en el sucio sillón con Rock a su lado tapados con una cobija, escena que bien podría indicar una relación homoerótica de no ser por las botellas de tequila vacías que había en la mesita frente a ellos, con un fuerte dolor de cabeza y apenas pudiéndose mover por el fresco de la mañana celebró por primera vez en meses el hecho de no poder dormir las resacas. Encendió un cigarrillo y se quedó pensando por algunos minutos en la serie de eventos que lo habían llevado a vivir con Rock y se lamentó de no haberlo hecho antes, las cosas parecían tener más sentido cuando el alcohol inundaba sus venas y si algo no faltaba en aquella casa era precisamente un pretexto para abrir una botella. Se levantó temblando y con la ligera sensación de que su alma se había quedado en el sillón y que lo seguía a un par de metros de distancia mientras se dirigía con temblorosos pasos a la ducha y al agarrar el pomo de la puerta del baño dudó un momento acerca de bañarse: con todo y que era temprano se podría decir que andaba corto de tiempo y no tenía demasiado interés en lo que iba a suceder al rato, después de todo iba más a la fuerza, y nunca fue demasiado guapo como para que una chica lo invitara a salir, normalmente el hacía siempre el primer movimiento. Quizás fue esa la razón por la cual decidió quitarse su indumentaria impregnada con el olor de las noches de juerga y entrar al chorro de agua tibia para lavarse, sentía una abrumadora curiosidad por lo que sucedería y pensó que al menos al estar en el centro de la ciudad podría jugar en su territorio. Salió del baño y preparó algunos huevos revueltos, comió sólo unos bocados y dejo una pequeña nota sobre el cuerpo de Rock antes de cruzar la puerta y desaparecer en un colectivo....

Inna despertó tan fresca como la mañana y se dirigió a la cocina, preparó un apetitoso desayuno consistente en un poco de fruta picada y un baggette partido por la mitad con mermelada de melocotones y mantequilla acompañados con una copita de Oporto ruby dulce, un lujo que debía darse con una cierta moderación ya que no siempre podía permitirse comprarlo. Mientras contemplaba la copa a contraluz para disfrutar su tinte pensó en cómo torturaría a su víctima en unas cuantas horas, era evidente el disgusto con el cual había aceptado la cita y estaba segura que no podría plantarla, le tenía por los cabellos cortos y aprovecharía la situación en su beneficio. Subió las escaleras y al llegar a su cuarto se desnudó para bañarse y su mirada se cruzó con su reflejo desnudo en el espejo: allí estaba ese cuerpecillo pequeño y esbelto aderezado con un cabello corto y una sonrisilla irónica que por alguna razón no había podido quitarse desde que despertó, sintió un pequeño escalofrío que nunca podría estar segura si era provocado por el fresco de la mañana o por la mirada profunda que le devolvía esa imagen que pocas veces la observaba sin cierto desdén. La sensación del agua tibia recorría su piel cuando volvió a pensar en asuntos algo más terrenales: pensó en cuánto tiempo tenía sin ver a su hermana, aquella dulce enemiga que aunque a ratos podía llegar a hacérsele insoportable, jamás alcanzaría a odiar del todo y se preguntaba cuando volvería a verla. Ese coraje del día que simplemente se fue sin decirle nada, sin siquiera despedirse. Y es que el calor del agua que recorría su cuerpo sólo hacía mas evidente el frío que sentía por dentro desde el día de su partida, algo en su alma se había roto hace poco más de un año y se hacía cada vez mas evidente y aunque lo que mas deseaba en el mundo era abrazarla y llorar en su hombro, lo mas seguro es que ahora simplemente le daría una cachetada para después simplemente continuar con su camino como si nada hubiese pasado. Antes de darse cuenta ya se había ataviado con una blusita azul y buscaba su perfume: estaba lista para salir y quedaba poco tiempo....

Cuando Inna llegó a la plaza atestada de gente allí estaba Ridley esperándola en la poca sombra que proyectaba el sol de medio día en un monumento, su expresión era como una mirada perdida que ocultaba cierto malestar se acercó a ella y la saludó sorprendentemente cordial, con un beso en la mejilla y una sonrisa algo demacrada, ella no alcanzó a notar la terrible resaca que lo torturaba ni los ojos de desvelo, después de todo era una especie de trasnochador regular y estaba acostumbrado a esas situaciones.

-Buenas tardes, ¿llevas mucho esperando?
-El suficiente como para notar aquellos magníficos especímenes- Su mirada señaló a un grupillo de chicos vestidos con el estilo visual kei japonés y al parecer el macho alfa, si es que podríamos llamarlo de ese modo, llevaba una peluca rojo metálico, una camisola blanca con estilo del siglo XVII, un pantalón de camuflaje y unas botas militares que le llegaban a media pantorrilla.
Ella no pudo evitar reír a pesar de haberse propuesto ser especialmente desagradable, sin embargo su sonrisa desapareció cuando el intentó tomarla de la mano

-¿Qué te sucede?
-Nada ¿qué no es esto una cita?
-¿Una cita? Jajajaja ni en tus sueños mas húmedos, venimos aquí para discutir lo que ví el otro día y para que pagues por mi silencio.
-Ah ya veo... bueno podemos discutirlo en el camino.
-¿A donde me vas a llevar?
-Podríamos ir a algún bar, por aquí conozco bastantes.
-Conociéndote seguro es un lugar de mala muerte de lo peorcito.
-y eso sería malo?

Rock se despertó de pronto, vio un papel sobre su cuerpo y leyó el mensaje

"Despierta mi amor te deje huevos para desayunar... sigue soñando pendejo ya quisieras que Verna te escribiera algo así, te dejé mis sobras en la cazuela nos vemos en la noche"

Rock sonrió y le mentó la madre a Ridley, se levantó y tomo un trago, un desayuno nunca está completo sin algo de etanol....


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